Desde hace un par de años acostumbro a ir a misa en las mañanas de los domingos porque, para ser sincera, quiero dormir. Así que suelo ir es a las misas de las tardes pero hace un par de meses fui a la misa de domingo en la mañana. Llegué temprano, tranquila y me senté a ver llegar a las demás personas: nunca faltan las familias numerosas, o los padres con sus bebés y sabes que son primerizos porque cargan como 2 mochilas más la cargadera y encima al bebé, está también el caso de los niños de catequesis siempre sentados en primera fila y con sus biblias en las manos.
Recuerdo cuando era yo una niña, que me encantaba como me vestían para ir a misa. Primero, los pantyhouse que aun no comprendo porque usábamos eso estando en Panamá. Los pantis con ruchas o sino con el terrible silbatito que sonaba cada vez que te sentabas o sino el vestido largo hasta las rodillas y vaporoso hasta más no poder pero como no hay límite faltaba la crinolina.
A esto también había que sumarle las medias para los pies con ruchas y cintas que combinaran con el vestido. Por supuesto, que no podían faltar los zapatitos de charol y para concluir las prendas de joyería: el collar que me regalo mi abuelita, la esclava que me dieron en un cumpleaños y el anillito que me había regalado mi madrina. Y como toque final, el lazo conjunto del vestido que era de semejante tamaño que si inclinabas la cabeza mucho podrías irte de lado.
Y ahora que me pongo a ver a las demás niñas en la misa, pienso: “¡Chispas, ya a las niñas no las visten así!”. Asumo que mi madre y mi nana jugaban conmigo para vestirme pero después de ver un par de fotos me di cuenta que no era la única, era como la moda del momento.
Buenos tiempos aquellos.
Buenos tiempos aquellos.
Saludos,
Nisla L.
